JOSÉ GODOY
PÉREZ
DULCE SUEÑO
En una celda del panal de mi memoria
donde duermen latentes los recuerdos
cual crisálida de miel en dulce sueño
permaneces hibernando nuestra historia.
He intentado olvidar bellos momentos
que el amor marcó en mi joven vida
he querido restañar la vieja herida
que sangra en mis noches tus recuerdos.
Cuando al final mis párpados se pliegan,
sin quererlo se despierta mi pasado
y te busco por las sendas del olvido.
Crisálida de amor dejas tu celda.
Te acercas y te pones a mi lado
reviviendo otra vez lo ya vivido.
©José Godoy Pérez
QUIERO MI LIBERTAD
Me obligas a elegir lo que no quiero
cuando insistes en tenerme subyugado.
Me obligas a elegir otros senderos
cuando archivas nuestro amor en tu pasado.
Quiero arrancar los lazos que me atan
fuertemente los puños de las manos.
Quiero romper el bozal que me amordaza
y expulsar mis lamentos prisionados
Quiero rasgar este silencio mío
y olvidar mis temores para siempre
para así liberar mis sentimientos.
Quiero beber las aguas de otras fuentes
y nadar libremente en otros ríos
alejando de mi estero tus recuerdos.
©José Godoy Pérez
EL PINO Y EL ESCARABAJO
Un renegro escarabajo
llegó a los confines de un pino
al que hacía poco tiempo
algún astuto vecino
unas ramas había cortado.
El insecto lamentó
la suerte de aquel arbusto
y por gracias recibió
estos reproches injustos
“Por mis ramas puedes ver
estúpido escarabajo
lo dorado que es mi ser.
yo empapado en rubia miel
y tú envuelto en negro manto".
No pasaron muchos días
de aquel penoso incidente
cuando ambos observaron
que llegaba mucha gente
portando hachas y sierras.
Junto al pino se pusieron
y tantos golpes le dieron
al arbusto prepotente
que pronto echaron por tierra.
En mil trozos lo partieron.
A sus casas los llevaron
junto al hogar colocaron
y su belleza primera
a fuerza de tanto arder
el más rubio que la miel
finalizó en carbonera.
MORALEJA
Hombre necio que moldeas
tu figura en el gimnasio
y que al pobre lo desprecias
y asqueado de su aspecto
le reprochas su presencia.
Cuando al paso de los años
tus carnes martirizadas
de tus huesos se desprendan.
y el sufrimiento malsano
en tu cuerpo deje huellas,
desearás ser el hombre
del que odiaste su presencia
-el de músculos de paja-
y saludable pobreza.
©José Godoy Pérez